Por Mayco Macias (maciasmayco@gmail.com)
En el año 2013, luego de 21 días de toma de la
Universidad Nacional de La Rioja y de movilizaciones de más de 40.000 riojanos
acompañando la lucha, el movimiento estudiantil logró destituir de su cargo al
ex Rector Enrique Tello Roldan, quien gobernaba la Universidad desde hace más
de dos décadas consecutivas.
Como la Ley de Educación Superior les es útil a todos
los Gobiernos Nacionales y universitarios, el Estatuto de la Universidad lo era
para Tello Roldan. Haciendo uso del mismo modificó una ingeniería institucional
que le sirvió para reelegirse de forma indefinida y perpetuarse en el poder, y
así llevar adelante su dictadura universitaria.
Luego de la toma se inició un proceso de reforma del
Estatuto, conformando comisiones de trabajo cuyos miembros la Asamblea Soberana
designó. El gobierno transitorio de Fabián Calderón no respetó la voluntad y
trabajo popular realizado por las comisiones y en la actualidad, comisiones que
trabajan de forma cerrada y aislada de la comunidad universitaria y la sociedad
riojana, tienen la tarea de elaborar el nuevo estatuto.
Avanzando con una propuesta constructiva y alternativa
para la universidad pública argentina. El lugar histórico, a partir del cual
escribimos, es el 11 de septiembre de 2013. Día que se abrió un proceso revolucionario
desestabilizador, en las narices de Enrique Tello Roldán. Unos pocos desde una
Asamblea General de Estudiantes, organizamos subversivamente varios años antes,
el proceso de movilización, centrándonos especialmente en el qué, en el cuándo,
el cómo y en los riesgos y alcances como así también en las justificaciones. Tanto
en el antes como en el después de la ruptura social y cultural, valen todas las
críticas y autocríticas. Sin embargo, mientras nos organizamos en la
clandestinidad, los profesores que hoy lideran la universidad, estaban
rascándose el pupo y gozando de sus privilegios (como hoy) sin mostrarse
opositores o dando algún tipo de resistencia pública, organizada, investigativa
o permanente contra el régimen de los celestes tellistas.
Antes de la toma de la universidad, estudiamos
ejemplos locales como el movimiento Queremos Universidad Riojana y la
organización de asambleas en la crisis del 2001. También analizamos otras
luchas muy nuestras como el riojanazo y famatinazo. Valoramos sus críticas y
entendimos un pasaje del Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de
1918, que “los dolores que nos quedan, son las libertades que nos faltan”.
Entre los debates y análisis siempre tuvimos en claro,
una situación: que se iniciaba una transición torpe y lenta que no abandonaría
automáticamente las viejas estructuras, sino que iba a tomar tiempo romperse
por completo. Íbamos a tardar cien años o más, en romper el sistema
capitalista, antidemocrático, colonial, antiestudiantil, racista y patriarcal
que lideraba la universidad creada por Menem y dirigida por Tello.
Actualmente, se encuentra en proceso de Reforma Integral del Estatuto. Proceso
que considero de restauración de viejas estructuras, pues a varios les cuesta
reinventar y crear nuevas y originarias relaciones sociales entre la universidad
pública y el pueblo riojano. Cae en lo fácil, en seguir reproduciendo lo viejo,
engañando y negándose a transitar lo nuevo. Hoy en la universidad, sucede una
transición pero no para cambiar las cosas en profundidad. Sino para continuar
reformando la universidad capitalista, patriarcal, colonial, antipopular,
racista y antiestudiantil, que se sintetiza en el tellismo.
¿Por qué hablamos de que la universidad no tiene
memoria? Hoy dentro de la universidad es antiguo, aburrido, o descolocado,
hablar de celestes y de tellismo, porque la hegemonía nos dice que se fueron
con la muerte de Tello Roldán. Mintiéndonos en la cara, sabemos que los
celestes forman parte como coalición mayoritaria dentro de direcciones de
carrera, administraciones de departamentos académicos, sedes, decanatos y
rectorado, como consejos consultivos, directivos y superior, entre otras como
la Asamblea Universitaria. La misma que ejecutará la famosa Reforma Integral del Estatuto, es decir,
de “académicos” que formaron parte de la última dictadura militar, de gobiernos
megamineros y de la dictadura universitaria de Tello ¿qué cambios sociales y
culturales podemos esperar? Un cambio lento, torpe y restauración. Restauración
en el sentido de que volverá la universidad a la normalidad, y esto para los
privilegios de algunos pocos, es bueno.
La normalidad que buscan, es por ejemplo, que nos
acostumbremos a las estructuras simbólicas como los pupitres atornillados, las
paredes limpias, y las placas con el nombre de Tello o de sus familiares y de
Menem. Es decir, buscan la normalidad para poder seguir gobernando de espaldas
al pueblo, quitándole la memoria combativa, organizativa desde abajo y
revolucionaria, ya que por ejemplo, en el ingreso de los estudiantes para este
2016, ninguno ha recibido una producción escrita sobre los movimientos
estudiantiles en América Latina o sobre el proceso de la toma. Quieren que todo
sea normal, para dominarnos mejor.
¿Por qué hablamos de Universidad Capitalista? Porque
como universidad pública jamás se proclamó en contra de la megaminería, ni elabora
periódicamente informes críticos y públicos contra la acumulación de la riqueza
en la provincia, en el país o en América Latina. Tampoco propone alternativas
políticas, sociales y económicas a la explotación del pueblo por los medios de
producción de la propiedad privada o en contra de los saqueos de la megaminería
en el territorio andino, como en el norte argentino. Ojalá lean Nuestra América de José Martí que dice:
“En el periódico, en la cátedra, en la academia, debe llevarse adelante el
estudio de los factores reales del país (…) Resolver el problema, después de
conocer sus elementos es más fácil que resolver el problema sin conocerlos”. En
nuestra universidad, se sigue forjando que el único modo de vida es el
capitalista, y se despolitiza al futuro trabajador explotado para que se
conforme con una profesión liberal y funcional al sistema. La universidad no
emancipa, forma explotadores y explotados.
¿Por qué hablamos de Universidad Colonial? Colonial en
el sentido de que sigue priorizando los conocimientos y análisis hegemónicos de
Estados Unidos y de Europa. Siguiendo con la cita textual de José Martí:
“Conocer es resolver. Conocer el país, y gobernarlo conforme al conocimiento, es
el único modo de librarlo de tiranías. La universidad europea ha de ceder a la
universidad americana. La historia de América, de los incas acá, ha de
enseñarse a dedillo, aunque no se enseñe la de los arcondes de Grecia. Nuestra
Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra”. Jamás pude asistir a
debates sobre el Tawantinsuyo, el Tinkunako, o sobre las relaciones sociales y
culturales de los pueblos originarios antes de la colonización del español Juan
Ramírez de Velasco.
¿Por qué hablamos de Universidad Patriarcal? Porque
jamás se vieron iniciativas de concientización contra el machismo desde el
régimen universitario. Ni debates sobre la explotación opresora a las mujeres
como a otros sectores minorizados. Jamás se crearon espacios para reconfigurar los
planes de estudios de las carreras por la inclusión de formación
antipatriarcal, ni existen proyectos de investigación sobre el machismo en la
sociedad riojana. Ni hablar de la reproducción machista de ciertos
comportamientos que se permiten y legitiman en las aulas, en los pasillos, en
los debates y en las oficinas.
¿Por qué hablamos de Universidad Racista? Racista
debido a que jamás se cuestiona desde la ciencia, que la mayor parte de autores
y contenidos que se dictan, son escritos por blancos, europeos y mayormente
hombres. Invisibilizando intencionalmente –o por falta de interés en
profundizar y conocer- a los debates sociales y políticos desde los negros, y
pueblos originarios que también producen conocimiento científico y desde aquí.
Es racista porque esta universidad, cree en lo evolutivo, cree poder trasladar
lo biológico a lo social como equivalencias, y que hay hombres más
evolucionados que otros, en otras regiones, pero los locales, es decir, “los
riojanos”, no son evolucionados a comparación de. Y lamentablemente, esto es un
plato servido para la discriminación racial e ideológica en los procesos de
cambio.
¿Por qué hablamos de Universidad Antidemocrática? Porque
la democracia que defienden los patrones patriarcales adentro, es una
democracia de papel y letras muertas, de formalidades represivas (como expulsar
a estudiantes de la biblioteca universitaria) o instrumentales (como defender
el incumplimiento total de los puntos del Acta por saberes jurídicos como la
famosa enmienda para abrir a elecciones sin modificar las estructuras del
tellismo). Es antidemocrática porque se defiende la inclusión de miembros del
tellismo, y se protegió políticamente como jurídicamente la salud y bienestar
de las riquezas de Tello Roldán como de sus secuaces que se llenaron los
bolsillos con fondos de la educación pública argentina.
Priorizan cambios en lo jurídico antes que en lo
social. Defienden los procedimientos para fortalecer la institucionalidad
neoliberal menemista y las jerarquías de los saberes despolitizados y no
críticos, sino más bien superficiales y sin crítica social, económica o
política. No hacen consultas populares a la comunidad académica local ni
gobierna el pueblo riojano sobre qué políticas educativas debe aplicar como
universidad pública de La Rioja. No hay convocatorias a votación o
participación popular permanente hacia el gobierno de la universidad. Internamente
se desarticulan asambleas de base y resistencias opositoras: se gobierna desde
arriba y no desde y con los de abajo, no hay cogobierno.
Disfrutan de sus nuevos autos y cirugías, antes que el
conocimiento autogestivo-crítico a través de la formación de posgrado.
Formación de posgrado que es arancelada y excluye a las clases populares del
acceso a la formación de posgrado y perjudica su permanencia. La contradicción
es que la educación es un servicio que debemos de pagar en una universidad
pública.
En los espacios de toma de decisión como el consejo
superior, concejos directivos u oficinas del rectorado o decanatos, jamás
veremos una transmisión televisiva, radial o virtual de los debates e
informaciones públicas que cruzan en esos escritorios, pues nos acostumbraron a
la “cocina del oficialismo: organizando el qué decir, el qué hacer, el cuándo
levantar la mano, cuándo aplaudir, cuándo callarse, cuándo defender lo
indefendible, cuándo excluir a las voces disidentes, etcétera”. Para la
dominación del pueblo, sea este el universitario o su equivalente, el riojano.
No hay gobernante ni representante, que pueda gobernar
o representar con puertas abiertas, pues todos tienen miedo al pueblo que entre
a sus oficinas a reclamarle democratización y liberación. Por ejemplo, exigirle
juicio y prisión a los profesores, y trabajadores de la educación que fueron
funcionarios durante más de veinte años, del régimen dictatorial de Tello como
a sus aliados externos, tanto en el nivel municipal, como provincial y nacional,
es algo increíble e impensable. Lamentablemente, todo está impune, y desde
arriba, sólo amagan tomar iniciativas y retoques para calmar la presión desde
abajo, sin embargo, se olvidan que la historia de las luchas sociales, siempre
nos demuestra quiénes son los vencidos y quiénes son los vencedores. A esos que
ahora se consagran como vencedores electorales, no son los vencedores culturales
ni vencedores revolucionarios, pues han sido vencidos por el dinero y sus
conciencias no están tranquilas ni coherentes con las mentiras que han dicho, y
las prácticas que han cometido.
Es antidemocrática porque los estudiantes que somos la
mayoría, gran parte de la entidad que puede llamarse pueblo universitario, no gobernamos la universidad, cuando dimos
ejemplo de que por 21 días pudimos gobernar y mantener en mejores condiciones
materiales como culturales a nuestra universidad, defiéndela con el cuerpo sin
recibir ninguna renta.
Hoy en día, gobierna una minoría de profesores y
trabajadores entreguistas del proceso revolucionario, junto a unos mediocres
graduados con planes de estudio neoliberales, que se alinean a la grasa de los
gobiernos megamineros como a los negociados con la educación pública argentina.
Desde arriba nos dicen, que los estudiantes sólo debemos estudiar y no militar,
ni participar, ni gobernar, ni debatir, ni criticar, ni destruir, ni construir,
ni cuestionar, ni hablar, ni inconformarse: sólo estudiar.
Lamentablemente hasta que los estudiantes, quienes
tomamos la universidad en el 2013, no volvamos como profesores y trabajadores
de la educación pública o como graduados, no cambiarán las viejas y sucias
mañas de los tellistas celestes o de los reformistas verdes. Y si, se han
logrado avances, y todos ellos, gracias a las iniciativas, propuestas y resistencias
estudiantiles, como el Comedor Universitario, la Residencia y el Boleto
Estudiantil, ninguna es gracias a los de arriba. Los de arriba al ejecutar
estas políticas han buscado meterse en el bolsillo al estudiante común, y han
logrado meterse al bolsillo, al estudiante burócrata que pone precio a su
conciencia y quiere los privilegios de los de arriba y rechaza las
incomodidades de los de abajo.
Es antiestudiantil porque el concepto de darnos
diversos tipos de becas, busca neutralizar nuestras problemáticas sociales,
antes que invitarnos a cambiarlas cooperativamente y participativamente. Sólo debemos
estudiar y recibir la ayuda de la que tenemos que estar agradecidos e irnos tranquilos
a nuestras casas: “La Casa de Altos Estudios está siendo gobernada por los blancos
más capaces y evolucionados”.
Es antiestudiantil porque nos quitan el voto universal
que es un derecho humano. Nos dicen que nuestra voz y voto estudiantil no vale,
o no tiene el peso suficiente para poder decir o decidir sobre algún tema de la
universidad, siendo que fuimos los únicos en levantar la voz cuando la
represión de Tello estaba sobre nosotros. Dicen tenerle miedo a que el
estudiante lo decida todo, a un gobierno estudiantil, a que con su voto pueda
sacar y poner al rector o a la conducción política que quiere o rechaza. Nos
subestiman, diciendo que no somos capaces como personas de “participar y elegir
bien” en la vida política, pues, los evolucionados gracias al conocimiento, son
los profesores y gracias al tiempo legitimando a Tello, son los trabajadores de
la educación. Cada quien, sabe dónde le aprieta el zapato, salvo excepciones
aisladas y puntuales, muchos se callaron y legitimaron los despilfarros de
Tello.
El tipo de voto que defienden es un voto que pondera,
que hace valer más el voto de profesores, graduados y trabajadores de la
educación, antes que el voto estudiantil. El voto no ponderado, es el voto
universal entre profesores, graduados, trabajadores y estudiantes. Ese voto que
pondera, es el mismo que ponderó a los hombres frente a las mujeres, a los
ricos frente a los pobres que no sabían ni leer o escribir, ese voto es nefasto.
Dicho voto no ponderado fue aprobado por múltiples y mayoritarias asambleas de
estudiantes, salvo en aquellas donde abogados infundieron miedo.
Nos llevan a los porcentajes, y a los artículos de la
Ley de Educación Superior menemista de los noventa para excluirnos. Aclaramos:
a los estudiantes en la UNLaR, nos reducen la participación y representación
política mayoritaria y popular como les hacían a los negros, a los campesinos
que no sabían leer ni escribir y a los que no tenían tierras, como a las
mujeres u a los opositores de la dictadura militar. No hay que olvidarse que la
transición actual gobierna gracias al voto ponderado de profesores, y ciertos
sectores de los trabajadores de la educación, y no gracias al voto de la
mayoría de los estudiantes, es decir, de modo ilegítimo gobiernan gracias al
voto ponderado, que viola el derecho humano del sufragio universal dentro de la
comunidad académica.
Desde la transición lenta y torpe, es restauradora
porque han evaluado oponerse a esta Ley como a sus mandatos, para ganar legitimidad
interna y externa, como para neutralizar opositores (como lo han hecho con el
rechazo a los Fondos Mineros) y seguir gobernando dentro de los parámetros
estructurales de una universidad normal, que es capitalista, colonial,
antidemocrática, racista, arancelada, patriarcal y antiestudiantil. Siempre van
a recurrir a estrategias para lavarse las manos y lavarle la cara a las
estructuras sostenidas por las miserias del hombre de arriba, evitan que el
pueblo conozca sus derechos y lo excluyen.
Siempre van a buscar reformar lo que está mal o lo que
no les beneficia, porque van a buscar cambios graduales, lentos y superficiales
como una Reforma Integral de Estatuto,
antes que revolucionar integralmente en cambios profundos, amplios y
estructurales, e invitando al pueblo a formular los cambios desde abajo. Jamás
se animarían a cambiar el paradigma de la universidad normal, pues sus
privilegios desaparecían.
Según Boa Ventura de
Sousa Santos (pág. 21-27), las universidades públicas del mundo -como la Universidad
Nacional de La Rioja- han pasado por tres serias y cruciales crisis o
contradicciones, debido el fenómeno de la “globalización neoliberal de la
universidad”, que viene operando desde el inicio de la década de los años
ochenta y mediados de los noventa.
En la UNLAR también
acontecieron ciertas crisis, como la de hegemonía
debido a por la incapacidad de brindar resultados sobre las problemáticas
sociales, culturales y económico-políticas, que llevó al Estado y agentes
económicos a buscar resultados alternativos, dejando de ser la única productora
de conocimiento e institución en el campo de educación superior. Una segunda,
que es la crisis institucional, de
reivindicaciones de autonomía en la definición de valores y objetivos de la
universidad como por la presión creciente de criterios de eficiencia y
productividad de naturaleza empresarial.
En tercer lugar, se
produjo una crisis de legitimidad,
llevada por la contradicción de saberes especializados, restricciones de acceso
y certificación de competencias, surgieron exigencias sociales y políticas de
democratización de la universidad y la reivindicación de la igualdad de
oportunidades para los hijos de las clases populares (p. 22).
Hoy en el rectorado de transición, después de la
explosión del 11 de Septiembre, de estas tres crisis de la universidad
neoliberal menemista de Tello, se han puesto en el trabajo, de restaurar el
neoliberalismo y defender la universidad capitalista (rechazan los fondos
megamineros pero no proponen alternativas al extractivismo), colonial
(conservan la colonialidad europea occidental del ser, del saber y del poder),
antidemocrática (excluyen al pueblo riojano de la formación de políticas
educativas), antipopular (excluyen a las mayorías estudiantiles del cogobierno),
racista (no inician públicamente ni el debate considerando a las masas
ignorantes, desorganizadas y no evolucionadas) y patriarcal (despolitiza los
casos de femicidio y legitima al machismo en la sociedad).
Para cambiar estas cosas, no sólo empieza por lo
personal, empieza por lo político y de manera masiva y horizontal. No
desmoralizando a los estudiantes que te llevaron al poder, ni persiguiendo
voces disidentes por medios de comunicación rentados o por la burocracia
académica represiva. Debemos transitar no hacia la restauración del tellismo ni
hacia la globalización neoliberal de la universidad sino hacia la
democratización de la autonomía como horizonte de la lucha de clases, partiendo
de la politización de nuestras tristezas personales e injusticias locales, como
globales. Recordemos que la universidad pública riojana, como espacio social y
político, no está desvinculado de la demanda por democratización de la vida
política del país, del se va a acabar, se
va acabar, la dictadura militar de mediados de 1983, pos-régimen
autoritario cívico-militar, y como dijimos antes, desentendida del que se vayan todos, que no quede ni uno solo
del 2001 y 2002. No se puede tapar el sol con la mano.
Bibliografia
BOA VENTURA DE SOUSA SANTOS. La
universidad en el siglo XXI. Para una reforma democrática y emancipadora de la
universidad. 2007. Edición CIDES-UMSA, ASDI y Plural editores. Disponible en
línea: http://www.boaventuradesousasantos.pt/media/universidad_siglo_xxi-.pdf