El 12 de febrero
de 2015 Romina Ríos, una joven de 18 años oriunda de la ciudad de
Patquía, se encontraba en la Capital riojana para comenzar los
trámites de ingreso al nivel terciario. Como no encontró cupo para
la inscripción al profesorado de geografía prolongó su regreso a
su ciudad.
Durante la
siesta de ese día la joven desaparece y continúa dos días en esa
situación, hasta que el 14 de febrero la encuentran unos niños que
jugaban en cercanías al "Parque de la ciudad" en un
descampado sobre la Av. Circunvalación. Su cuerpo se encontraba
calcinado, la alerta de estos niños da aviso a la policía para
llegar al lugar y constatar la situación.
Al momento de la
desaparición de Romina, su madre Mary Ríos hizo la denuncia en la
policía de la capital riojana, desde un comienzo sufrió muchas
irregularidades por parte de la fuerza ya que con el protocolo de
búsqueda que establece que la víctima debe encontrarse ausente
48horas para iniciar la investigación se perdió un tiempo valioso
para encontrarla.
Pedro Ortiz,
policía también oriundo de Patquía y actualmente imputado por la
causa, se había reunido con Romina en el departamento de su amigo de
apellido Pereyra, quién también era miembro de la fuerza, la tarde
en la que ella desaparece.
Cuando el cuerpo
es encontrado se investiga y a los pocos minutos llaman a declarar a
"Pepe" Ortiz, quién admite haber cometido el crimen pero
alega que fue un accidente, que el tiro se le escapó cuando le
mostraba el arma, disparándole por la espalda y que producto del
shock por lo acontecido se desespera, decidiendo así ocultar el
cuerpo y desaparecer la huellas del femicidio.
La autopsia
arrojó datos claves para el caso, y el médico forense dio a
entender que Romina murió desangrada y no instantáneamente
producto del disparo. Queda explícito que el imputado tuvo tiempo de
salvar la vida de la víctima, sin embargo nunca llamó a un servicio
de emergencia médica ni la llevó de inmediato a un hospital,
ocurriendo el caso a escasas cuadras del hospital de clínicas de la
ciudad capital de La Rioja.
Una vez consumado
el femicidio, Pedro Ortiz decidió trasladar el cuerpo al ya
mencionado lugar de la zona sur de la ciudad ocultándolo en una
bolsa de consorcio. Regresa a los dos días para rociar el cuerpo
con alcohol y prenderlo fuego, también para deshacerse de la ropa
de Romina en un conteiner de basura cercano a la zona.